A lo largo de la historia, las mujeres mexicanas hemos tenido un papel fundamental en la construcción del conocimiento, en el cuidado de la salud y en la transformación de la ciencia. Sin embargo, muchas veces nuestras aportaciones han sido invisibilizadas o poco reconocidas.
Hoy, en el siglo XXI, me enorgullece ver cómo las mujeres hemos ganado presencia y liderazgo en campos como la medicina, la nutrición, la investigación y la divulgación científica. En mi caso, he buscado aportar desde la nutrición, combinando la ciencia con la empatía y el compromiso social.
El legado de las mujeres mexicanas en la salud
Desde siempre, las mujeres hemos estado vinculadas con la salud desde distintos ámbitos: como cuidadoras en el hogar, como promotoras de remedios tradicionales y como profesionales en la medicina moderna.
La medicina tradicional mexicana —con sus raíces indígenas— reconoce a las parteras, curanderas y yerberas como guardianas de un conocimiento ancestral que sigue vigente. Ese legado me inspira profundamente, porque muestra cómo la sabiduría y el cuidado son parte de nuestra identidad colectiva.
Con la expansión de las universidades y la institucionalización de la salud, las mujeres comenzamos a ocupar espacios formales en carreras médicas y científicas. Hoy somos mayoría en áreas como la nutrición, la enfermería y la psicología, pero también estamos abriendo camino en la investigación, la biomedicina y las ciencias básicas. Me siento parte de esa evolución.
Mi visión sobre la ciencia y la nutrición en el México actual
México enfrenta grandes desafíos en materia de salud pública: obesidad, diabetes, hipertensión, desnutrición en comunidades marginadas y falta de educación alimentaria.
Creo firmemente que la nutrición tiene un papel clave para transformar esta realidad. No se trata solo de atender enfermedades, sino de prevenirlas y de educar a la población con información basada en evidencia científica.
Como nutrióloga, he aprendido que mi labor tiene un impacto doble: ayudar directamente a las personas a mejorar su salud y, al mismo tiempo, contribuir a generar conocimiento que fortalezca la práctica profesional y las políticas públicas.
Mi forma de entender la nutrición
En mi trabajo, integro ciencia, cultura y educación, porque estoy convencida de que la alimentación no es solo un proceso biológico, sino también un fenómeno social y cultural.
Por eso, mis esfuerzos se centran en:
- La prevención: Promuevo la nutrición como una herramienta esencial para prevenir enfermedades crónicas.
- La divulgación accesible: Me gusta acercar la ciencia de la nutrición a la gente con un lenguaje claro, desmitificando conceptos y ofreciendo información confiable.
- La visión integral: Entiendo la salud como un equilibrio entre lo físico, lo emocional, lo social y lo cultural.
- La inspiración: Espero que mi trayectoria motive a otras mujeres a incorporarse a la ciencia con pasión, disciplina y propósito.
La importancia de visibilizarnos
Creo que visibilizar a las mujeres que trabajamos en ciencia y salud es fundamental. Nuestro impacto no solo se mide en logros profesionales, sino también en el ejemplo que podemos dar a las nuevas generaciones.
Yo misma he tenido la fortuna de aprender de mujeres inspiradoras, y me emociona pensar que mi historia pueda servir de impulso a alguien más.
El papel de la mujer mexicana en la salud y la ciencia es cada vez más relevante. Desde las parteras tradicionales hasta las investigadoras en laboratorios de vanguardia, todas somos parte de una misma historia de resiliencia, conocimiento y vocación.
En mi caso, busco unir la tradición con la modernidad, la ciencia con el humanismo, y la disciplina con la empatía.
Porque creo, firmemente, que la salud y la ciencia en México seguirán transformándose gracias al liderazgo y la sensibilidad de las mujeres.